Los vivos prefieren darle a sus muertos una sepultura tradicional por encima de la incineración; los dolientes dicen que deciden gastar más dinero y respetar sus creencias y tradiciones, enterrando a sus seres queridos, antes que pensar en la opción de hacerlos cenizas; pero quienes meten al horno a sus muertos, aseguran es para cumplir la voluntad del ahora difunto.
Morir, al parecer es caro y más cuando el difunto dejó a sus seres queridos una lista de voluntades que cumplir en su ausencia; no sólo hay que sumar el costo delos servicios funerarios, renta del espacio en el campo santo o costear los sacramentos, a eso hay que incluirle las flores flores, mariachis, tríos, bebidas y por su puesto la forma en que le gustaría “descansar en paz”, enteritos o en cenizas, entre otros caprichos.
Estos procedimientos causan controversia a los aguascalentenses, es cierto que la situación económica marca muchas veces la pauta para tomar una decisión de este tipo, sin embargo, y como dicen los dolientes que visitan a sus muertos “enterrados o en cenizas dejaran de existir cuando los dejemos de recordar”.