El transporte público en general sigue discriminando a personas con capacidades diferentes o discapacitadas, por lo que más que convenios o acuerdos se requiere que los concesionarios y operadores del volante tomen conciencia de que deben apoyarlas cuando soliciten su servicios o les hagan la parada, en vez de “ignorarlas”, pasarse de largo y seguir su camino como si nada.
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